Desarrollo humano un concepto que no avanza? (Lecciones DHS)
Hace ya casi veinticinco años que el grupo liderado por Manfred Max Neef planteo el concepto de desarrollo a escala humana pero al parecer no ha logrado interesar a quienes iba dirigido, o por lo menos no hay una intencionalidad clara al respecto, y por lo tanto sigue siendo un hito a alcanzar para los países llamados tercermundistas entre ellos los de América Latina. “…agentes del desarrollo regional, planificadores y políticos, grupos de desarrollo local, académicos de diferentes disciplinas relevantes para el desarrollo, foros internacionales, y profesionales e intelectuales dedicados a pensar caminos de humanización para un mundo en crisis” (Max Neef 1986) aun no encuentran la senda que conduzca al desarrollo a escala humana. Así el escenario político mantiene, con ligeras variaciones, en donde aún persiste la abstención electoral en casi todos los países como la expresión de unas democracias limitadas por la presencia de fuertes maquinarias políticas. En lo social los avances no son suficientes y por el contrario se han presentado fenómenos más que alarmantes en las dos últimas décadas que reafirman la exclusión social y el empobrecimiento de grandes sectores de las poblaciones lo cual contradice los resultados económicos, con crisis incluidas, que señalan importantes resultados en especial para el sector financiero, y en el cambio de los hábitos de consumo que han devenido en una mayor concentración d los ingresos.
En ese movimiento pendular dentro de la economía, del que habla Max Neef parece haberse impuesto la tesis neoliberal con modificaciones en su aplicación, ya no por regímenes antidemocráticos, sino mas bien mediante el camino de las maquinarias políticas que aprueban la reducción del estado, la venta de activos públicos, la apertura incondicional de mercados nacionales, y mantienen esquemas económicos que concentran la riqueza ahondando las diferencias sociales.
Los conceptos de necesidades humanas, autodependencia y articulaciones orgánicas, resumidos “en que el desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos” pone en cuestión los indicadores que se trazan de forma unilateral sin considerar la realidad como un todo pero múltiples aspectos que deben incorporarse en los análisis, en la planeación, en las políticas. Es claro en primer lugar que se debe partir de la aclaración de lo que significan o son las necesidades humanas y los medios para satisfacerlas o satisfactores, lo cual pone de manifiesto, al menos en Colombia, que se siguen considerando por separado esos satisfactores y su medición a través de indicadores, que en el nivel más avanzado se expresan mediante la sumatoria de los mismos, por ejemplo en el índice de NBI.
En segundo término la autodependencia tiene diferentes lecturas que finalmente ocultan la importancia de contar con la posibilidad de tomar decisiones conscientes acerca del consumo de una región, o de un país. La dependencia de las importaciones de bienes de diferente tipo, sumada a la división internacional del trabajo han devenido el equivocados conceptos sobre la autonomía como ha sucedido con la concepción de seguridad alimentaria en Colombia que se entiende, desde el ministerio de agricultura, como la disponibilidad de recursos para adquirir los bienes que se requieren para la subsistencia, es decir que la población cuente con ingresos que le permitan comprar alimentos en cualquier parte, sin considerar que la oferta está sujeta a múltiples condiciones; muy contrario a la idea que tiene un país como los EEUU que considera que la seguridad alimentaria está relacionada con la probabilidad de garantizar la subsistencia en tiempos de guerra y en tiempos de paz, convirtiéndose así en un tema de seguridad nacional, es decir que este país depende de sí mismo para garantizar su subsistencia alimentaria, mientras Colombia está sujeta a los vaivenes de la economía, de la política en otros países.
En tercer lugar se destaca el análisis y la acción en diferentes campos de manera separada ignorando la complejidad de la realidad así por ejemplo entidades responsables del sector de la salud no están articuladas con las políticas de empleo, o con políticas de ingresos lo cual se traduce en que no se da solución real a las problemáticas; contrario a lo que propuso Max Neef: “producto de la diversidad de proyectos individuales y colectivos capaces de potenciarse entre sí.” “Esta otra racionalidad se orienta por el mejoramiento de la calidad de vida de la población, y se sustenta en el respeto a la diversidad y en la renuncia a convertir a las personas en instrumentos de otras personas y a los países en instrumentos de otros países” (Max Neef 1986).
Comparar la situación analizada por el grupo de Max Neef en 1986 y la que encontramos en Latinoamérica podría llevarnos a la desesperanza y a concluir que el concepto de desarrollo humano no avanza. Un análisis con esta simpleza oculta que en estas décadas ha estado al orden del día la discusión sobre que es el desarrollo y se ha profundizado llegando a niveles básicos en las comunidades que ya discuten a donde quieren llegar. Se puede plantear que se requiere una forma diferente de actuar en los espacios democráticos que garanticen redireccionar los criterios para alcanzar la satisfacción de las necesidades humanas y las sociedades donde el hombre se encuentra, hoy amenazadas por una inviabilidad ambiental, social y económica. Por lo tanto hoy como ayer tiene plena vigencia la discusión sobre el desarrollo en lo cual sigue aportando ese grupo adelantado liderado por Max Neef.
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